viernes, 29 de octubre de 2010
Repitiendo siempre con la misma historia. No poder dormir, llorar en la madrugada y consiliar un poco del sueño en el día. No me atrevo a decir que estoy bien porque definitivamente no lo estoy. Es como si dentro mío todo se despedazara y desmoronara al compas de las horas. Constantemente. Y me empiezan a doler las heridas, la ausencia y lo silencios prolongados en los que me sumergo buscando algo de autocompasión. Pero no la encuentro porque mi nivel de rencor, verguenza, desafecto y repugnancia que tengo es muy grande. Y me cierro con llave dentro de mi, para no dejarme salir, para retenerme y hacerme sentir el dolor hasta que aprenda a disfrutarlo, a saborearlo e incluso, como a los vinos, catarlo. Entonces, me digo que tengo que hablarlo con alguien, gritarlo ya sea en mi habitación a solas o en compañía, no guardarme todo para no tener que explotar dentro mío y seguir causandome daño. Así y todo, mi rostro sonríe malicioso y falsamente se hunde en sus mentiras incansables. De a momentos, siento que me falta el aire y comienzo a ponerme nerviosa porque siento que no puedo conmigo y lloro, de impotencia por sobre todo, de dolor y de falta. Me escudo en estas palabras porque no encuentro otra guarida. Escribo, escribo y me desgarro escribiendo y hago un pacto de silencio que me tiene acorralada en la eternidad de mi inconciente alarmado por las culpas. Lloro porque se que estoy arañando con mis propias manos las pocas relacionas amistosas que me quedan, las deshago porque me desespera no encontrarme en nadie. Me dejo cubrir por ese enojo que me guardo, por el odio, y lastimo a los que no se lo merecen. Entonces me siento la peor de las hijas de puta porque poco a poco, lo voy perdiendo todo. No solo a mis amigos, conocidos, familiares y a mi misma, sino tambien mis formas de expresarme como lo es ahora, un escrito. Con todo lo que provenga de mí. Como si estuviese intentando cobrar algun estilo de venganza sobre nadie más que contra mi misma, integra, completa, demolida si hace falta. Quizás no sea culpable de ningún crimen catastrofico e importante para nadie, pero si del hecho de exterminar mis esperanzas y con ello, mi vida.