viernes, 5 de noviembre de 2010


No debí leer las conversaciones que teníamos. No debí recordarte así. Tendría que haberme mantenido al margen. Pero nunca hago lo que debería. Aunque tus fantasmas merodean en mi pasado, algo te hizo volver ayer por la noche. Tus palabras se volvieron mi presente y por un momento, me agradó la idea de que alguien me dijese "mi amor, cielo, hermosa, gordita mía". Era tuya. Quería que lo nuestro fuese enserio, me jugue la vida por vos, aposté a lo que sentía y me tiré por el precipisio creyendo que ibas a sostenerme, que ibas a seguirme. Todos los momentos se borraron en ese preciso instante en que te pedí que me quisieras y te rehusaste a hacerlo. Todo se borro para mí. Y tu sonrisa se volvió mi llanto desconsolado, tu recuerdo la droga, tus besos la adicción y tus palabras mi condena. Era evidente que nada iba a salvarme de caer. Nadie entendía el dolor que sentía, nadie quería ver que en verdad lo único que necesitaba era que volvieras a mi aunque eso nunca fuera a pasar. No se como fue que te quise tanto, con tanta entrega sin condición alguna. De a poco me re-construí sabiendo que bajo los cimientos estan las memorias de aquellos lugares que pisamos juntos. Durante mucho tiempo, te rendí culto como a un dios. Para mi eras eso, gobernabas mi cuerpo, tenías el poder de hacer lo que quisieras conmigo. Supuse que algún día ibas a llamar, que ibas a pedirme que vuelva a tu lado, que te abrazara, que te prestase mi perfume para que se impregnara en tu ropa, que te regalara mis besos y compañía. Y lo hubiera hecho, si tan solo lo hubieras pedido, hubiese dado lo que sea. Ahora, todo ese dolor que nadie entendía se volvió indiferente, te superé, te dejé atrás pero de vez en cuando volves a mi como ayer y yo, no se si hecharte o dejarte aniquilar todo como antes solías hacer. Porque antes, eras real y ahora, sos solo un recuerdo hambriento de presente.

Solo

Solo