Le confie todo, desde el más minimo secreto, lo que pasaba en mi cabeza hasta lo que palpitaba mi corazón. Es retorico que algunas personas se alejen sabiendo que les hemos dado todo de uno. Que les dimos cariños, abrazos, besos, consejos, ayuda e incluso nuestro tiempo. Pero creo que aún peor que el abandono de las personas que queremos es que no nos digan la razón. Que simplemente empaquen sus cosas, se lleven tu alma y se vayan por la puerta de tu corazón como si nada. Así como así. Sin explicasión, sin previo aviso, se fue. Llenan cartas con culpas y rencores nunca dichos, con excusas o frases que creen pueden sanar el sufrimiento y llenar ese rincón vacío que dejan en uno. Esque a veces somos tan individualistas que no vemos, no pensamos, no actuamos para hacerle bien al otro (aunque digamos que si). A veces simplemente es más fácil justificarnos con una excusa que ni nosotros creemos para poder correr, huir, salir, respirar. A veces no nos damos cuenta de que mientras uno corre, huye, sale, respira el otro se esconde del miedo, permanece callado, se queda solo y se asfixia por temor al silencio, a seguir viviendo sin esa persona. Uno se queda pensando, torturandose, repitiendose y preguntándose como es posible que uno se vuelva tan inocente y debil cuando se quiere, como es que uno queda ciego y confía en el otro, en que esa persona nos guiara y nos sostendra siempre así como uno tambien lo haría con el otro. Lo cierto es que, al pensar en todo lo que uno le ha entregado a esa persona (ya sea material, sentimental o incluso el mundo propio) y que se lo haya llevado para siempre. Derepente nos encontramos aflijidos, embaucados y perseguidos por miles de preguntas e intentando entender cómo es que uno podría haberle entregado la vida misma. ¿Cómo es que se me paso por la cabeza quererte así, depender así, esperarte así, regalarte así mi vida? Porque en cuanto vos renunciaste a mi, yo deje de existir.